Que puedo decir de este santo, sino una de sus frases “Basta Señor: si me mandas tantos consuelos me vas a hacer morir de amor”.
Para hablar del Padre Joseíco, necesitaría un blog más, pero en escasas líneas diré que era un ejemplo de persona a seguir: la gente le daba ropa, y él se la daba a los pobres que no tenían nada que se acercaban por allí, repartía comida, si alguien necesitaba algo, él ya estaba presto a ayudarle, buena persona a rabiar, de esas que ya no quedan, honesto consigo mismo y con sus creencias y con los demás. Ahora que tanto ha llovido sobre la iglesia y los curas, puedo decir que este señor era un modelo de persona en extinción. Pero a veces ocurren estos milagros: estas personas aparecen para enseñarnos que ser buena persona lleva su sacrificio pero se obtiene su recompensa.
Pero vayamos al hecho: en los últimos años de sacerdocio del Padre Joseíco que fueron en esa parroquia, (se retiró de la vida sacerdotal por culpa del alzheimer, y pasó sus últimos días en la residencia de ancianos de la carretera de Puente Tocinos, atendido por las monjas), vino un joven párroco (excelente persona, del que todavía algunos parroquianos tenemos la estampita con su foto) para ayudarle con las misas y para poder reemplazar a Joseíco llegado el momento; este muchacho no estuvo mucho tiempo celebrando misas porque murió al poco tiempo. Durante la celebración de una misa, con todos los parroquianos presentes, vió como una luz muy intensa, cegadora, salía del crucifijo que preside la iglesia en el altar, que fué tan intensa que le cegó los ojos y casi cayó al suelo durante un instante, y los presentes que no vieron nada, sólo oyeron unas temblorosas palabras de disculpas , de algo que sólo él había visto. Poco tiempo después de esto, en su habitación, una noche vió un crucifijo envuelto en luz que se le aparece para su asombro. Un par de días después, fueron por la mañana a su habitación y lo encontraron muerto de un infarto. La gente de allí, habló de que Dios se lo llevó de tan bueno que era. Nadie sabrá jamás que le pasó y que vió antes de ese infarto. Un testigo del misterio, de lo inexplicable, que ya no tiene voz para relatarnos que vió, que le llevó a la muerte.
Nadie ha vuelto a saber nada de este misterio de apariciones misteriosas, sin explicación, aparente que cuando llegan estas fechas, aún conservamos en el recuerdo aquellos que estuvimos allí en aquel entonces y fuimos testigos indirectos de lo "insólito" y del misticismo que tuvo lugar.
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