miércoles, 13 de junio de 2018

1976: EL CASO DE LA OUIJA QUE AVISÓ DE UN TERREMOTO QUE DESTRUIRÍA MURCIA

¿La Ouija un juego familiar?




Hace unos días, me encontraba hablando con un familiar que es arquitecto. Nos contaba sus peripecias en Melilla, donde lo destinaron desde Murcia. Contaba que un día, estando durmiendo en su apartamento ubicado en la primera planta de un edificio de varias plantas, tuvo una experiencia impactante que afirma ensombrecido que no olvidará jamás, por la dureza e impresión de los hechos.
El caso es que como decía, esta persona se encontraba durmiendo plácidamente en su cama, cuando de repente, comenzó a notar que le zarandeaban. Al principio pensó que se trataba de un sueño, pero aquel zarandeo volvio a repetirse de nuevo, por lo que abrio de par en par, apreciando que aquello era más que real. Se dió cuenta de que aquello era un seismo y tras sentir una sacudida aún más potente que las anteriores, se tiró al suelo bocabajo. "En ese preciso momento, pensé que el techo podría venirse abajo, y que eso era lo más posible que ocurriera, porque aquel edificio era de construcción antigua y antes no estaban construidos para soportar un seismo de ésta embergadura (estamos hablando de seis en la escala de Ritcher), y por eso estaba preparado para cuando eso ocurriera de un momento a otro, meterme debajo de la cama". No se llegó a caer el techo, aunque los vecinos de las últimas plantas notaron aún más el seismo y el edificio tuvo graves roturas y fisuras que tuvieron que reparar en los siguientes meses. 
Le pregunté con curiosidad morbosa, qué sintió cuando se vió en aquella situación (y con la muerte pisándole los talones). Me respondió que experimentó aquello como si fuera "Un gran Acelerador, incontrolable, donde te das cuenta que el hombre no puede hacer absolutamente nada. Escapa totalmente fuera de nuestro control". Confieso que se me pusieron los pelos de punta y recordé un viejo caso, con la ciudad de Murcia como telón de fondo, que debió copar las portadas de los periódicos de la Región y hasta fué recogido en el libro "Guia secreta de Murcia" de Ismael Galiana,entre otros. 
Pues bien, el suceso, ocurrió de madrugada, como el de nuestro anterior interlocutor pero en otras fechas, mas concretamente en el año que naci, en 1976, el  29 de Octubre. Dos familias vecinas del centrico barrio del Carmen, se disponían tan ricamente, a pasar la velada, "haciendo espiritismo" (no estaban jugando a las cartas, ni al parchís, ni al mus, sino a lo que iban, y no quiero nombrar cierto pueblo de Murcia, del que se afirmaba que por aburrimiento la gente se ahorcaba los domingos por la tarde.., porque por esa regla de tres, mejor el espiritismo, Y además en boca del Doctor en psiquiatría Jiménez del Oso, del que hablaremos más adelante, "Poner al espectador sobre la pista de lo trascendente -decía-, equilibra la vida cotidiana, sometida a una agresión constante. Descubrir que la realidad se extiende más allá de lo inmediato reconforta", pues eso que el espiritismo mata al aburrimiento socialmente aprendido). En un momento de la sesión, "que debía estar interesantísima" con un supuesto espíritu cotilla en el tablero, que se va de la lengua incorpórea, y les hace partícipes de una tremebunda y fatídica revelación con tintes apocalípticos: "Un terremoto asolará Murcia"Algo que tuvo que dejarlos helados en pleno mes de octubre, no es para menos.



Pero ésto, que ya es tremendo de por sí, no se quedó ahí, no, porque además la ouija pudo concretar más aún su macabra profecía, pues para más exactitud les detalló la  hora exacta en la que se produciría la catástrofe: " a la una de la madrugada se desencadenaría el devastador terremoto". ¿Y que harían ustedes, si les llegará una información supuestamente del más allá avisándoles de éste peligro inminente? pues seguramente, lo mismo que hicieron éstas pobres almas: salir más ligeros que el correcaminos, valga la comparativa. Y eso es lo que hicieron: dejarlo todo como estaba y salir en estampida, en sendos coches propios y en dos taxis dando tumbos por la ciudad a esas horas, hasta encontrar el risco más alto y  considerar que estaban a salvo. 
A tan sólo cuatro kilómetros de lo que piensan que puede ser el epicentro del accidente se arremolinan en un coche junto a varias personas, los protagonistas de una tragedia inventada, pero muy real para ellos: un niño pequeño de dieciocho arrancado del calor de su lecho, cuatro jóvenes y dos ancianos, todos juntos, y según se afirma en la noticia, "algunos de ellos llorando a lágrima viva por la emoción de lo que está por pasar" (o no). Unos supuestos elegidos apocalípticos, testigos de un supuesto fin del mundo del que deben ver destruirse con sus propios ojos. Un arca de Noé convertida esta vez en un coche, en un vehículo de  cuatro ruedas, con los últimos murcianos que verían desfilar por sus retinas, la imagen de lo que una vez fuera su tierra.
Y esta agonía, este sin vivir, duró hora y media. Y como el miedo es contagioso y libre de propagarse,  algunos con los que se tropezaron y avisaron de este supuesto vaticinio, también escaparon para ponerse a salvo a la peña más alta que se le ocurrió en aquellos momentos de emergencia: "al Cabezo Cortado" (tomen nota por si esto vuelve a suceder para no tener que improvisar a última hora). Hora y media refugiados, tapados con mantas en los coches, ya se pueden figurar la escena o el numerito montado, según se mire, a la espera de recibir "al apocalipsis murciano", que nunca llegó, por lo menos en la época del aviso de la voz del más allá.
La moraleja es, que nunca hay que creer lo que nos dice la ouija porque como dicen los expertos en estos temas, allí, en el otro lado, no existe el tiempo, y claro, el buen samaritano del otro lado, avisó de que iba a acaecer un gran terremoto en Murcia, pero en ese momento, se quitó de la ouija y vino otro más cachondo que hizo mal los cálculos y les adelantó bastante  el horrible terremoto de Lorca que sucedería años más tarde o el del 99 con 20 heridos con epicentro en Puebla de Mula. 



Existe también un caso de ouija errónea o cachonda, que le ocurrió nada más y nada menos que al grande en estos temas, al desaparecido Fernando Jiménez del Oso, famoso psiquiatra experto en temas normales y paranormales, cuando celebrando una ouija, de la que era gran investigador, con otros personajes (con Chicho Ibáñez Serrador que también era entusiasta de este tablero), se les manifestó un señor que les contó una historia rocambolesca pero con tintes de que podía ser real: el manifestante del más allá afirmaba ser un viajante que había fallecido en un accidente cuando se encontraba viajando por motivos laborales y facilitaba sus señas para ponerse en contacto con su señora que desconocía su fallecimiento, y su voluntad era hacérselo saber.
El doctor y los demás personajes comenzaron a trabajar con los datos facilitados por el viajante en la ouija y descubrieron que efectivamente correspondían a la persona que decía ser el espíritu, pero cuando llamaron descubrieron que el señor no estaba muerto y estaba de parranda como cuenta la canción. ¿Un broma del más allá? Pues muy posiblemente. ¿Una broma de nuestro subsconciente? Pues también. Quién sabe, el caso es que si alguien juega con fuego, al final, lo más probablemente es que se queme, y sino, que se rían de él.