sábado, 3 de febrero de 2018

STEPHEN KING: CUANDO EL HORROR SURGE DEL BAÑO....(THE LADIES ROOM)



Hay veces en la vida de un escritor experimentado, que tras tener una idea mas que genial para escribir un relato, una novela o un artículo, el mismo no progresa, tras haber dado los primeros pasos inicales.


Esto mismo le pasó a Lovecraft, aunque lo suyo fué por su fallecimiento, a los 46 años, dejando inconclusos algunos de sus tétricos relatos. 

Algunos de ellos, llegaron a las manos de un tal August Derleth, escritor y dueño de una editorial por aquellos entonces, que , tras tomar algunas de las ideas iniciales del maestro,  escribió y publicó con ambos nombres en la portada "El que acecha en el umbral" en forma de relato corto,  pese a que la gran mayoría (cerca de un 95%) fue escrito por Derleth.

Esto mismo también le pasó al escritor recordado por Juraric Park, Michael Crichton, cuya obra póstuma fue completada por Richard Preston, el gran Franz Kafka también dejó a medio terminar su obra "El castillo",  Albert Camus dejó su obra "El primer hombre" sin finalizar por su repentino deceso, Saramago y sus Alabardas, Dickens y el Misterio de Edwin Droods...


Pero mención aparte, podemos hacer con el maestro del terror moderno, con el gran Stephen King. Un hombre que actualmente ostenta entre sus manos, y tras toda una carrera de éxito tras éxito, las llaves del trastero de tus pesadillas. Y es extraño, pero también los grandes maestros a veces desechan sus propias ideas, en este caso, al parecer, por encontrarse en un callejón sin salida. Una pena, pero, todo un tesoro que deberíamos conservar, en la lata de mierda de artista, del genial Piero Manzoni.



Pero siguiendo con el maestro, el 25 de Marzo de 1982, se encontraba con su mujer Tabitha, en el aeropuerto de Stapleton en el condado de Denver, cuando, en un momento dado, y por necesidades imperiosas, su mujer fue al baño, y él se quedó fuera esperándola. Una escena típica en cualquier lugar del mundo, que él sin duda aprovechó para idear un relato salido de las peores pesadillas de la mente humana.

Porque lo que él imaginó es que  su mujer, tras aguardar unos instantes y después un tiempo prolongado, no regresaba, y los otros hombres que también esperan con impaciencia la salida de sus parejas del aseo, comenzan tambien a ponerse nerviosos, porque ellas tampoco salen.

Después de nervios y de decidir qué hacer entre el grupo masculino, un hombre se arma de valor y decide entrar, y apenas se cierra la puerta, se oye un grito desgarrador, gutural proveniente del interior del baño.....
La situación comienza a adquirir otros tintes grotescos, cuando entran las fuerzas de seguridad, efectivos de la policia y otros cuerpos de seguridad, el alcalde, el gobernador del estado, y absolutamente todos los que entran no vuelven ya a salir...ninguno retorna más allá de detrás de la maldita puerta metálica destartalada del aeropuerto. El último hombre en entrar a ver qué está pasando es el Presidente. 


Estas líneas que bien podrían ser el argumento de uno de los capítulos de la exitosa serie de los setenta titulada "Dimensión desconocida" (The Twilight Zone) de 156 episodios, repartidos en cinco temporadas (entre 1959 y 1964) de ciencia ficción, fantasía y terror, caracterizados casi siempre por un final sorprendente, son el argumento de uno de los relatos del maestro del horror y suspense que comenzó a escribir en 2011 y que abandonó porque fué incapaz de resolver el misterio que se escondía tras la puerta del lavabo.

Pero aunque no pudo deslumbrar qué terror se ocultaba allí, sí que pudo coger el argumento y trasladarlo con su habitual maestría a  otra de sus creaciones, "Área 81"un área de servicio abandonada y cerrada desde hace tiempo. donde un curioso niño de 10 años, decide ir con su bici hasta allí, y ve un coche (que recuerda sin duda Christine o Buick 8) sin matrícula y cubierto de barro. La puerta está medio abierta, pero no se ve a nadie dentro... 

Y por ello, he cogido la idea, y he intentado recrearlo......eso sí, ya confieso, en estas líneas que en algún que otro momento, el relato se me ha hecho  muy espeso y viscoso y he podido percibir, porqué al maestro se le pudo haber atragantado en algún momento...




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EL ASEO DE SEÑORAS (los últimos visitantes)
(el relato inconcluso que nunca terminó Stephen King del que hago mi versión libre)
dedicado al maestro 
Stephen King


Existe un poco de miedo cuando llamamos a una puerta. A veces, terror. El miedo es nuestra sombra y no se va aún cuando llega la noche. Tras una puerta se encuentra lo desconocido, lo mágico… 

Pablo Canosales


El día había sido lluvioso. a esas horas de la tarde el día ya comenzaba a perder su fulgor y las sombras de la noche ya iban poco a poco tomando el lugar que les correspondía. Helen y yo acabamos de bajarnos del último vuelo que nos había traído de vuelta a casa, después de visitar a nuestro único hijo, que se había instalado junto a su tierna familia en la lejana Australia por motivos laborales. Así que mientras nos encaminábamos hacia la salida después de recoger nuestras maletas y estirar un poco el cuerpo, tras el largo viaje, Helen me hizo un gesto con la mano, para indicarme que iba al baño. Me apoyé en la pared y acomodé nuestras maletas en el suelo, a un lado, para no entorpecer el paso de los transeúntes. No estaba sólo, también allí se encontraban otros hombres de diferentes edades, esperando a sus parejas, apoyados contra la pared, cuando uno de ellos, un hombre joven, con el rostro desencajado, mirando con nerviosismo su reloj de muñeca, se  giró hacia los demás con cara de impaciencia y gesto aireado.


-No tengo ni idea de lo  que está pasando, porque llevo veinte minutos esperando a que salga mi mujer, y aún no ha salido por esa puerta. ¿Ha salido ya la tuya?-dijo dirigiéndose hacia otro hombre más mayor de impecable camisa marrón de cuadros azules con corbata en azul eléctrico perfectamente anudada.



-Pues aún no, y también ha entrado hace un buen rato. Es cuanto menos curioso. Normalmente no suele tardar tanto.-contestó con el rostro visiblemente extrañado.


-Venga tíos, ya sabéis como son las mujeres cuando entran a un baño juntas, puede tirarse las horas muertas, pero que bien muertas, es cómo si se parara el tiempo ahí dentro cuando están todas juntas.-dijo un muchacho joven que no pasaría de los dieciocho años.

-Pues mi mujer, no suele pasarse tanto tiempo ahí dentro, lo digo porque ya pasado media hora y no ha salido nadie por esa puerta. No os parece un poco extraño.  Han entrado todas, pero no ha salido ninguna....¿Y si hubiera alguien dentro que las tuviera retenidas o algo peor? En la televisión no paran de salir atentados terroristas en cualquier esquina...¿y si esto fuera uno de ellos y están tramando algo ahí dentro con nuestras mujeres como rehenes?...


-¡Qué disparate, por Dios! Un atentado...lo que nos faltaba...no elucubre tanto, señor mío, déjelo estar, seguro que a alguna se le ha roto algo y las demás se han prestado a ayudarle y por eso no hay salido ninguna, por favor sean lógicos y razonables, señores, y déjense de cuentos chinos-dijo uno hombre con tono sarcástico de unos cincuenta años, con traje de chaqueta negro y pelo oscuro, que permanecía sentado en uno de los férreos asientos que quedaban junto a la puerta indicativa de los aseos.


-Pues yo voy a entrar, dijo el primer hombre que seguía mirando con nerviosismo desmedido su enorme reloj dorado de muñeca. No tengo ni idea de lo que está pasando, pero esto no es normal. Voy a entrar a ver que pasa, dijo mientras se encaminaba hacia la puerta y la abría con fuerza, dando un leve portazo tras de sí, amortiguado por el freno metálico de la pesada puerta.


Todos quedaron sumidos en un silencio casi sepulcral, mientras el ruido ensordecedor del aeropuerto seguía su curso ajeno a todo lo que parecía estar ocurriendo en sus entrañas más inocentes. 

Me arrinconé más todavía contra la pared, y deseé que todo aquello fuera una broma de mal gusto perpetrada por alguna mujer aireada con alguno de aquellos tipos de amaderados olores, y esperé a que saliera aquel  fulano muerto de risa.
De pronto, un alarido gutural, desgarrador, pareció provenir de la estancia cerrada acompañado de un leve y enigmático zumbido ahogado. Un tenue resplandor morado  se mostró por debajo de la puerta, algo, una señal, quizás, que automáticamente, me puso en guardia y me hizo pensar que estaba pasando algo extraño, más allá de la maldita cerradura, y comencé a sudar copiosamente, presa del estupor y la incertidumbre.
Otro hombre, de fornida musculatura,  que hasta entonces no se había pronunciado, hizo ademán de no perder más el tiempo y sin decir nada, abrió la fornida puerta y dejó tras de sí un halo de silencio. Nada, ni gritos, ni golpes, ni lamentos....sólo aquel zumbido y la luz violeta de debajo de la puerta, indicaban que algo anómalo estaba sucediendo.
En este punto, y tras comprobar que nadie había salido del baño, un par de hombres decidieron que lo mejor sería llamar a los de seguridad del aeropuerto para que resolvieran la situación.
En efecto, en pocos minutos, una pareja de seguridad, llegó con cara de pocos amigos, y tras hacer un reconocimiento de la zona, uno de ellos, abrió la puerta con una porra que portaba y se introdujo en su interior. Un sonido metálico ahogado, pareció provenir del fondo mismo del aseo, y después un horrible silencio.
El otro guardia de seguridad que permanecía en la puerta a la espera de que su compañero le dijera que estaba pasando, llamó por radio a la policía local para que se personaran lo antes posible antes de que la situación se complicara y ante la extrañeza de los hechos.
Dos patrullas de policía y cuerpos de seguridad especial antiterroristas, se personaron en el lugar. Un par de policías armados hasta los dientes se deslizaron por la puerta, haciendo un ruido metálico tras su cierre. Pasados unos segundos, un grito gutural e inhumano se dejó oír al otro lado de la temible puerta.
El nerviosismo fue en aumento, y los efectivos tras acordonar la zona e indicarnos que nos apartáramos de la zona de los baños, se personaron el alcalde y el gobernador para decidir que hacer ante tan anómala situación. Tras consultarlo mucho, ambos hombres entraron por la puerta con la esperanza de poner fin a tan extraño suceso. Nada, el horrible ruido y aquel resplandor violáceo que no parecía retirarse al otro lado de la puerta.
Por fin, llamaron al Presidente, para que pusiera fin a la situación. Éste apareció rodeado de su acostumbrado séquito y se junto a la puerta. Un equipo del  cuerpo especial, cubiertos con pasamontañas y apuntando con sus armas láser hacia la puerta escudó al representante. 
-!Hola! ¿Quién se encuentra detrás de la puerta? ¿Podría decirme su nombre?-dijo en voz alta en un tono que denotaba una autoridad suprema.
Un silencio pareció reinar al otro lado, roto cuando una voz inhumana, informe, como la de un animal herido, respondió, casi en un lamento..
-No temáis...no os haré daño alguno. Sólo estoy de visita- respondió.
-Si es como usted dice...¿Porqué no suelta a los rehenes y deja que se marchen?- señaló el Presidente.
-No puedo...eso no sería posible ya....porque...
Un silencio endiablado volvía a reinar junto a la puerta, violentado por la suspensión de la linea musical del recinto, cuando los efectivos de seguridad del Pentágono que ya habían acotado el perímetro, echaron la puerta abajo de una patada sin previo aviso. El cuadro de dentro era inimaginable: No había luz eléctrica alguna ni natural, y todo, absolutamente todo, estaba embuído por una espesa tiniebla que dejaba poco al descubierto, y que fue disipada sin ningún tipo de dificultad por el cañón de luz que portaba el despierto agente Harry, que pocos minutos antes había facilitado la entrada al baño por la fuerza bruta.
Una silueta grotesca, inhumana, sin forma aparentemente humana, o que emulara a ésta, se encontraba sentada, como esperando la llegada de los últimos visitantes, en la humedad goteante de los aseos en penumbra.
La cosa se movió lentamente arrastrándose en una mueca encorvada, quejumbrosa, mientras emitía tenue lamentos, a lo largo de todo el baño hacia el presidente.
-No de un paso más señor, o abriremos fuego, le gritó uno de los oficiales al mando.
La cosa, frente a frente al presidente volvió a hacerse oír:
-Sepa usted, que yo reino en las profundidades de sus cloacas, en el interior de sus cisternas, en la superficie de sus tuberías, y mi reino está lleno de trozos de seres como ustedes que un día fueron humanos, regando con su sangre todo mi universo. ¿Acaso creen que no sé cómo y donde acaban sus abortos con su propia especie? ¿Que no sé donde acaban esas tiernas criaturas recién nacidas no deseadas por ustedes? ¿Esos errores de la madre naturaleza engendrados en vientres humanos y desechados como simples trozos de papel manchado? ¿Acaso piensan que no tengo conocimiento de dónde acaban muchas de sus mascotas cuando han fallecido?....Ay, amigos, mi reino está lleno de su carne y de su sangre y la de aquellos a los que un día amaron y les hicieron fiel compañía...Ese el reino de dónde he venido! de sus peores pesadillas hechas realidad!...pero no se asuste, he venido a hacerle un trato....que creo que le podría interesar.
-Pues usted dirá.-dijo el señor presidente.
-Necesito convertirme en usted, para gobernar su mundo y poder tener ambos reinos, a cambio...podría detener el curso de la historia e incluso podría llevaros al pasado o al futuro, para vivir momentos  gloriosos. Es toda una oferta que sin duda no podrás rechazar.
-Márchate de aquí, vuelve por dónde viniste, no me interesan tus palabras huecas, ni tus ofrecimientos de gloria por sacrificar vidas humanas. Porque tú fuiste aquel engendro que nació del cuerpo de madre y ella te desechó de una forma horrible. Es imperdonable. Pero, no queremos nada, que provenga del Mal. Márchate, te lo ordeno.

Y diciendo ésto, se oyó un chapoteo proviniente del inodoro,las luces se encendieron, y el ambiente grumoso se disipó...cuando de repente oí un chasquido y una voz que no me era conocida me preguntó:

-¿Señor, desea usted tomar algo?-dijo
Abrí los ojos y me quedé asombrado de ver que todo había sido una pesadilla terrible y que aún permanecía sentado en el avión con el cinturón abrochado a pocos metros ya de tocar tierra y poner fin al vuelo.
-Sí, gracias, un poco de agua, por favor, tengo la boca seca.-dije, aún aturdido por la horrible experiencia onírica que acaba de tener.
Bajamos del avión, y sin decirle aún ni media palabra a mi mujer sobre lo que había vivido en esas cuatro últimas horas, seguimos como dos sombras por el pasillo del aeropuerto hacia la salida. Y cuando ya veíamos la puerta de la salida, mi mujer me indicó que tenía que ir al baño con urgencia. Me puse como un loco y empecé a forcejear con ella, diciéndole que aquello sería el fin del mundo, el desencadenante del apocalipsis en la tierra, ella me gritaba y me decía que si estaba loco, que no me entendía, que necesitaba ir al baño o se haría encima...finalmente tras los gritos y el forcejeo acudieron los guardias de seguridad, y tras un examen psiquiátrico, permanecí tres años en un centro de internamiento médico desde donde escribo estas lineas.....




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