miércoles, 23 de marzo de 2016

TESTIMONIOS DE LO INSÓLITO EN LA REGIÓN DE MURCIA



Son muchas las personas que tras conocer mi andadura por estos medios digitales de hoy en día, se atreven, nada más presentármelas, a narrar sus experiencias personales con lo insólito, con lo inesperado, con aquello que un día hizo acto de presencia en sus vidas y nunca supieron como encajarlo, guardándolo en su corazón, como si de una caja de Pandora se tratara para nunca más sacarlo de allí, por miedo, tal vez, a enfrentarse con los comentarios y juicios, a veces crueles y mal entendidos de los demás.
Cada semana, suelen contactar conmigo varias personas de diferentes ámbitos profesionales, con las que amablemente me tomo un café, y me hacen partícipe de aquellas experiencias que les ocurrieron en un momento de su vida, y que nunca más se atrevieron a contárselas a nadie. Me sorprende cuando suelen ser parejas y el hombre, que suelen ser más recatados e introvertidos a la hora de contar estas cosas, comienza su relato, dejando boquiabierta a la mujer que raramente suele tener conocimiento de las experiencia/s de su pareja. A veces me doy cuenta de que actúo en determinadas ocasiones como "una psicóloga de lo paranormal", ayudando a la persona a abrirse mentalmente, para poder expresar aquello que ha llevado retenido en su alma durante tanto tiempo. En ocasiones el tiempo transcurrido desde lo sucedido, puede ser semanas, pero en la mayoría de los casos, suele haber una media de unos 20 años o tal vez más. Algunas personas me indican que aunque hayan pasado todos esos años, se acuerdan como si fuera ayer, aportando detalles incluso que llegan a sorprenderme.
Por ello en este artículo he decidido contar algunas de esas historias de estos murcianos que tuvieron un encuentro fortuito (o no) con esa otra realidad y que aunque forman parte de mi archivo personal, quiero compartirlos con todos los lectores de este blog:


CASO Nº 1: "EL HOMBRE DEL TRAJE"


María M. (no es su verdadero nombre) es una señora de mediana edad que trabaja de administrativo como tantas personas. Me comenta que suele ser  reacia a hablar de estas cosas,  con personas de fuera de su entorno familiar. En la mesa, se encuentra también su marido, que escucha atentamente, aunque pensativo,  las palabras de su mujer. María, comienza su relato, diciendo que su abuela, la cual ya no se encuentra entre los vivos, tenía una especie de don para ver a personas que habían cruzado al otro lado. Aunque al igual que ella, no le gustaba hablar sobre ello y prefería guardárselo para sí. Pero una de aquellas experiencias le impactó tanto, que decidió contarlo a su familia, la historia es la siguiente: Un día la buena señora iba  atravesando un campo, para dirigirse a la población más cercana a la que tenían que ir a visitar a alguien. Cuando iba por allí, se tropezaron en mitad del campo, en medio de la nada, con un señor mayor, del que no sospechó nada extraño, aunque le resultó curioso encontrarse a esta persona portando traje de chaqueta negra, corbata a juego y camisa blanca, muy elegante, en medio de aquel campo. Le resultó cuanto menos curioso. Cuanto llegó al pueblo, le dijeron que había fallecido alguien muy conocido allí, y quiso acercarse a la casa del difunto para ver quién era, que para espanto suyo era aquel señor mayor, vestido de traje de chaqueta que se había tropezado momentos antes en mitad del campo. Sorprendente relato.
Su marido, que había estado callado todo el tiempo, me cuenta que él ha tenido otra de estas experiencias, pero más espeluznante aún que la de la abuela de su mujer.....




CASO Nº2: "EL ARLEQUÍN BURLÓN"


Su marido, un hombre también de mediana edad, al que llamaremos José G., de profesión también administrativo, me cuenta que ha tenido dos experiencias en su vida, que de alguna manera le han marcado al no tener respuesta alguna ante semejantes incógnitas.
Siendo un niño, en una casa de la Playa, (en La Manga) propiedad de la familia, una noche cuando fue a acostarse, vio lo que le pareció la figura de un enano, vestido de arlequín, de bufón, ataviado con ropajes de ese estilo, con el rostro muy pálido, prácticamente blanco, que le sonreía maliciosamente, y que le llegó a dar un pellizco por detrás, desapareciendo a continuación. El susto y el sobresalto a poder volver a ver a aquella cosa le mantuvo paralizado durante bastante tiempo. Aunque años después volvió a ver a aquella cosa, vestido de igual manera y con la misma sonrisa grotesca, maliciosa, que le volvía a clavar la mirada. Asustado al igual que la primera vez, lo contó a su familia, y para su sorpresa, esta manifestación había sido vista por muchos de sus familiares, es más, le dijeron "que era algo corriente verlo".
Yo le pregunté si las dos veces lo había visto en la misma vivienda, y me dijo que no, que una fue en una vivienda en la costa y la otra en su vivienda habitual, con lo que no tenía nada que ver con el lugar.
Creo recordar que en un programa de misterio de hace unos años, un chaval  tuvo un encuentro con esta horrible figura burlona, de similares características: enano vestido de bufón con sonrisa maliciosa, que clava la mirada en su víctima y con rostro blanco como la porcelana. 
El hombre me pregunta asustado que puede ser aquella cosa que le estuvo rondando, aunque no me atrevo a poder darle una respuesta, ni siquiera a esbozarla, aunque creo que algunas personas por razones inexplicables, tal vez de familia, tengan lazos, con seres que no se encuentran en nuestra dimensión, y que éstos, de vez en cuando, les hacen una visita....

(sería el famoso duende "rumpelstiltskin" uno de ellos...?)



CASO Nº 3: UN EXTRAÑO AVISTAMIENTO



Otro señor de mediana edad, Javier. H. me cuenta (también en presencia de su mujer como la pareja anterior), que hará unos 20 años, cuando se dirigía a la población de Beniel por motivos de trabajo, pudo ver con toda claridad en mitad de la mañana, una especie de nave, de forma cilíndrica (alargada, como un "supositorio"), que sobrevolaba aquellos parajes, sin hacer ruido alguno. Paró el coche a un lado de la calzada y pudo ver cómo aquello se perdía en la inmensidad del día. Extrañado, y con más preguntas que respuestas sobre lo que había presenciado, llegó hasta Beniel, y le preguntó a una mujer que trabajaba en uno de los comercios (que no voy a decir por respeto a éstas personas) , "si es que habían muchos pájaros que volaban raro por allí", me dice con una pícara sonrisa, (este valiente testigo que no sabía cómo decírselo a sus semejantes sin que se mofaran de lo que acaba de ver), que para su sorpresa, la buena señora le indicó que  por allí estaban "hartos de ver esas naves o lo que fueran", que se podían ver tanto de día como de noche y que tras sobrevolar aquello terrenos desaparecían tras una de las zonas montañosas de aquella región.  Inquieto con aquella respuesta, se le ocurrió comprar algunas revistas especializadas en estos temas (ya que no había Internet en aquella época, me comenta), hasta dar con la "nave o lo que fuera aquello" que había visto. Allí estaba, en aquella publicación. Era real, existía y era idéntica a lo que había visto. Tras identificar al objeto, fue a la zona, y tras mirar estadísticas por las zonas limítrofes, alguien le comentó que en el centro de salud de una de las poblaciones cercanas a esta pedanía, en aquellas fechas, había muchos casos de cáncer, tantos, que se salían de la media establecida en la Región. Esto fue lo único extraño que consiguió averiguar sin relación ninguna con estos avistamientos. También que en territorios anexos como Cabezo de Plata y otros habían ocurrido sucesos de crónica negra, tampoco relacionados con nada de lo anterior. Nunca averiguó que fue realmente lo que vio: algún prototipo armamentístico experimental del ejército, algún otro experimento de otra naturaleza, un globo sonda o algo parecido. Nunca lo sabremos.





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