El reloj pasaba más de la doce de la medianoche, cuando varias hileras de luces ascendían como sombras incesantes por la estrecha carretera que conduce hasta la luminosa Cruz de Benidorm. Jóvenes parejas, deportistas, curiosos y personas con ganas de deleitarse con una de las vistas más espectaculares y más bellas de la geografía alicantina, iban coronando la solitaria explanada tras dejar unos metros más abajo sus vehículos a un lado de la carretera. Y es que, el Rincón de Loix, sito en la playa de Levante, de Benidorm, ya es popular en la población británica, por ser "la Gran Bretaña española", algo en lo que parece ser que se ha convertido la playa, repleta de turistas extranjeros extranjeros ansiosos por quemar hasta su último segundo de libertad a base de sol, playa, borrachera y despedidas de soltero/a, en su versión más movida. Pero Benidorm también tiene su lado más introvertido, por así decirlo, su parcela más intima en el Pico más alto de Sierra Helada junto al Rincón antes mencionado, donde uno no sólo puede deleitarse a cualquier hora del día o de la noche de las vistas (recomendable subir a las doce del mediodía si se quiere hacer fotos por la posición del sol), que son más que impresionantes, tras una larga caminata o una cómoda subida en coche, sino que "son otros los motivos más emotivos", que llevan a muchos a llegar a la cumbre: a esparcir las cenizas de sus amados difuntos junto a la gran cruz luminosa que corona la majestuosa explanada que destila unas vistas inigualables sobre la costa.
Pero empecemos por el principio, la historia de la enorme cruz, y el porqué de su primitiva construcción y posterior restauración.
Aunque nos asuste o por lo menos lo pretenda, allá por los años 60, el turístico Benidorm estuvo a punto de cambiarse de nombre por culpa del maligno y sus secuaces, los pecadores de turno, y pasar a llamarse "EL INFIERNO". Sí, que tiemble Dan Brown con su libro titulado con dicho nombre (INFERNO), y sus vecinos geográficos "LOS INFIERNOS" (población cercana a los Martínez del Puerto), porque el clero consideraba a la población un antro de pecadores descarriados: eran los años en los que llegaban las turistas extranjeras y ponían de moda el pecador bikini que dejaba al descubierto gran parte de la geografía femenina ante la puritana mirada de los más conservadores y eso era más que un atrevimiento, para los pecadores, junto con los juegos de azar que ya iban surgiendo, y la prostitución que invitaban a la fornicación descontrolada.
Por ello, y para que aquello no fuera a más y se convirtiera en una Sodoma y Gomorra de perdición total, se organizó una jornada a finales de diciembre del 61, llamada el Día del Perdón, donde todos los vecinos del municipio participaron realizando una esforzada cruz de madera, y la trasportaron desde la iglesia de San Jaime hasta la explanada situada en lo más alto de la montaña de Sierra Helada, donde la situaron con esmero. Y sin duda, esto sirvió para la expiación de los pecados colectivos y de paso, afianzar la fe católica en la población que siempre viene bien, y tapar las bocas sobre los rumores que casi afirmaban ya que aquello era una ciudad maldita .
Hay un rumor, o leyenda urbana en la que se afirma que el obispo de la diócesis de Orihuela-Alicante había amenazado al alcalde de Benidorm, por entonces Pedro Zaragoza, con poner un cartel a la entrada de la urbe que indicase: El Infierno, nada más y nada menos, a modo de aviso a todo el que osase poner un pie entre sus calles.
Pero, claro, los tiempos pasan, y con ellos las nuevas mentalidades más abiertas, han dejado de ver a la lumínica cruz como lo que fue en su origen: un símbolo evangelizador para las masas, a convertirse un icono turístico, algo así como un punto de encuentro donde hacerse fotografías en un mirador impresionante. Aunque en su mirada, no todo ha sido tiempo en calma, ya que en el año 1975, casi la destroza un temporal, y por ello fue sustituida o repuesta por otra nueva, con un sistema de encendido que permite que sea iluminada por la noche.
Y hasta aquí, una historia que parece una leyenda para redimir las culpas y blindarse ante los ataques malignos. Pero ahora, este lugar, sea por su aire místico, por sus inigualables y paradisiacas vistas, por ser un lugar donde reina el silencio, sea un lugar sagrado, se ha convertido en todo un centro de peregrinación para todos aquellos que han perdido un familiar en estas tierras o para aquellos que eran en vida unos enamorados de esta mágica estampa, cuyos familiares tras visitar el crematorio, vienen hasta este lugar a esparcir sus cenizas al viento, o sobre el terreno como puede verse en algunas de las imágenes que he podido realizar.
El problema viene cuando todo el mundo viene a esparcir sus cenizas y todo el lugar se convierte en eso, en un gran cenicero, con cenizas esparcidas por todos lados, urnas sin abrir tiradas bajo unos matorrales, arbustos todos llenos de cartelitos con las fotos de los difuntos ,mensajes de despedida en placas metálicas incrustadas en las cortezas de los árboles, colgando de los árboles, pintadas en las paredes que rodean la cruz, candados, y hasta flores de plástico. Hay de todo.
Hasta piedras escritas con datos de los que han pasado a mejor vida y sus amigos que no lo olvidan.
En fin, ojalá este Infierno-Cielo en que se ha convertido la cima de Sierra Helada, alcance su paz, y cumpla su cometido de redimir a los pecadores. Los difuntos por su parte, disfrutan de unas vistas que sin duda, al atardecer, parecen un Paraíso.
Aunque nos asuste o por lo menos lo pretenda, allá por los años 60, el turístico Benidorm estuvo a punto de cambiarse de nombre por culpa del maligno y sus secuaces, los pecadores de turno, y pasar a llamarse "EL INFIERNO". Sí, que tiemble Dan Brown con su libro titulado con dicho nombre (INFERNO), y sus vecinos geográficos "LOS INFIERNOS" (población cercana a los Martínez del Puerto), porque el clero consideraba a la población un antro de pecadores descarriados: eran los años en los que llegaban las turistas extranjeras y ponían de moda el pecador bikini que dejaba al descubierto gran parte de la geografía femenina ante la puritana mirada de los más conservadores y eso era más que un atrevimiento, para los pecadores, junto con los juegos de azar que ya iban surgiendo, y la prostitución que invitaban a la fornicación descontrolada.
un enterramiento bajo un corazón |
Hay un rumor, o leyenda urbana en la que se afirma que el obispo de la diócesis de Orihuela-Alicante había amenazado al alcalde de Benidorm, por entonces Pedro Zaragoza, con poner un cartel a la entrada de la urbe que indicase: El Infierno, nada más y nada menos, a modo de aviso a todo el que osase poner un pie entre sus calles.
urna funeraria sin abrir |
un "recordatorio" del difunto |
Y hasta aquí, una historia que parece una leyenda para redimir las culpas y blindarse ante los ataques malignos. Pero ahora, este lugar, sea por su aire místico, por sus inigualables y paradisiacas vistas, por ser un lugar donde reina el silencio, sea un lugar sagrado, se ha convertido en todo un centro de peregrinación para todos aquellos que han perdido un familiar en estas tierras o para aquellos que eran en vida unos enamorados de esta mágica estampa, cuyos familiares tras visitar el crematorio, vienen hasta este lugar a esparcir sus cenizas al viento, o sobre el terreno como puede verse en algunas de las imágenes que he podido realizar.
El problema viene cuando todo el mundo viene a esparcir sus cenizas y todo el lugar se convierte en eso, en un gran cenicero, con cenizas esparcidas por todos lados, urnas sin abrir tiradas bajo unos matorrales, arbustos todos llenos de cartelitos con las fotos de los difuntos ,mensajes de despedida en placas metálicas incrustadas en las cortezas de los árboles, colgando de los árboles, pintadas en las paredes que rodean la cruz, candados, y hasta flores de plástico. Hay de todo.
cenizas de cuerpos cremados |