En un día caluroso como hoy, hace ya muchos años, en la céntrica barriada murciana de San Andrés, muy conocida y concurrida por propios y visitantes, por estar situada frente a la estación de autobuses, se produjo un hecho sorprendente y enigmático, cuando una persona tuvo una experiencia que hoy podríamos denominar con nuestra terminología moderna "Experiencia Cercana a la Muerte (ECM)", un día de romeria como hoy, festivo, con todos sus vecinos acompañando a la patrona, en su recorrido hacía su pétreo santuario que corona el monte.
Pero este hecho se magnifica aún más si cabe, por la singularidad de que su protagonista, no era un vecino cualquiera, era alguien muy querido y conocido por todos sus vecinos, con lo que el testimonio cobra aún más fuerza y veracidad si cabe, y hace que no deba dejarse caer de ninguna manera en el olvido, algo que no sucederá gracias al testimonio de una persona que aún recuerda el suceso con emoción en sus palabras, (ya que fue vecina del lugar, y sus antepasados fueron los fundadores del famoso Horno de la Fuensanta de Murcia, hoy desaparecido), y que ha querido brindar su testimonio de manera generosa y exclusiva a este blog:
"Era un día de romeria. Aquella mañana, llegaba la Virgen de la Fuensanta a su nueva morada de la Catedral de Murcia. Cientos de personas se agolpaban ya en la calle desde horas muy tempranas en su descenso hacia la capital. En esto, el padre de los dueños de la confitería Maite, un hombre mayor de unos 85 años, enfermo y postrado en un silla de ruedas se encontraba en su casa con su hija que aquel día se encontraba atareada. Muy devoto de la Virgen de la Fuensanta en cuerpo y alma ( que se le apareció a un humilde pastor en el monte conocido como El Hondoyuelo, del que la Señora hizo brotar la "fuente santa" ). Hay que decir que esta familia eran bellísimas personas, que a pesar de estar al frente de un negocio como es una confitería, se preocupaban de que otras personas que no eran tan afortunadas como ellos y no tenían a veces ni para subsistir, no pasaran falta, y todos los días montaban un par de tablones en la puerta de su confitería y colocaban toda la mercancía como pasteles, empanadas, dulces y otros, que no valieran para la venta del día siguiente, a disposición de todas aquellas personas que no tuvieran alimento (esto lo llegue a presenciar yo misma en un par de ocasiones al paso por el local). He visto cómo en otras confiterías, si alguien ha pedido que algo para comer, le han dado, a lo sumo, un trozo de pizza seca y quemada que seguramente no valdría ni para la venta, pero en cambio, ellos, sacaban "todo" el género intacto y perfectamente vendible para el día siguiente, para estas personas, y además, con este gesto humano y solidario, le aseguraban al cliente, que "todo, absolutamente todo, era completamente fresco, del día" no recalentado como hacen en otros sitios. Por ello, su profesionalidad, alta calidad en sus productos y su gran humanidad y generosidad, hacían de estas personas, unos seres de valor incalculable, en especial este hombre, cuyo amor y fervor por la Virgen de la Fuensanta había cultivado toda su vida.
Y en la silla de ruedas postrado, de repente, sin venir a cuento, les espetó a sus familiares de manera rotunda, que "la Virgen, iba por Algezares" y exactamente le detalló dónde se encontraba en esos mismos instantes. Su hija que se encontraba con él en ese momento, quedóse muy sorprendida y consternada con esta providencia, porque era físicamente imposible que tuviera ese conocimiento al estar allí sentado sin poder moverse, ya no podía ni levantarse. Pero esto no quedó aquí, porque la experiencia por fín llegó a su máximo esplendor cuando el enfermo volvió a dar un nuevo mensaje que dejaría a su descendiente con la boca abierta: la Virgen le aseguró que dentro de un rato, antes de llegar a la Catedral, iría a por él y se lo llevaría. El hombre así se lo hizo saber a su hija ante el asombro de ésta, que no daba crédito a lo que estaba escuchando. y en un rato, tal y como había dicho, el hombre falleció. La Virgen cumplió su bendita palabra y el hombre de buen corazón marchó de la mano de la patrona rumbo a su eterno santuario espiritual.
El testimonio fue narrado a unos y a otros, y como todo acaba por desaparecer, bajo las arenas del tiempo, aquí, y en un día como hoy, hemos querido rescatar este testimonio último de aquel justo que marchó de la mano de la Fuensanta, a su santuario celestial."
Como curiosidad decir, que éste año 2017, la Virgen de los Peligros ha salido a recibir a su tocaya, y ambas han mirado hacia la iglesia del Carmen, A su llegada al santuario en Algezares, la Patrona de Murcia ha sido recibida por el autogiro de Juan de la Cierva, tal y como el lo realizó hace ya casi un siglo.
En fin, no se podrían relatar aquí todos los milagros, promesas y favores que la guapa Morenica ha hecho entre sus fieles, de la región y fuera de ella, porque han sido muy diversos, desde agua en forma de lluvia por las sequías que soportamos, salud a aquellos que la han perdido por enfermedad o accidente, recuperación de mascotas enfermas gravemente, y hasta peticiones este año por el soterramiento de las vías del AVE.
Pero también otro gran milagro ocurrió el 5 de agosto de 1912 a la niña de 13 años, Juana Ortega Gómez, en la población de Huelma (Jaén) donde la Virgen de la Fuensanta es patrona también. La niña contrajo la enfermedad de la Tisis, y deshauciada por los médicos, sus familiares esperaron el fatal desenlace. Pero ocurrió que la niña tenía un sueño recurrente; noche tras noche soñaba que La Virgen de la Fuensanta le anunciaba que debía acudir a su Santuario, y una vez allí, impregnar un lienzo con agua del pozo y humedecerse con él todo el cuerpo. De esta manera se vería libre del mal que la aquejaba. Juana se aferró a este sueño, como tabla de salvación, sin duda y logró convencer a su familia. Por ello el día 5 de agosto de 1912, la trasladaron al Santuario, donde tal como le fue indicado su madre humedeció un paño en el agua del pozo y tras pasarlo por el cristal de la urna protectora de la imagen, frotó el cuerpo de la enferma. Y ocurrió que ante la mirada incrédula de los asistentes la niña se levantó, comenzó a jugar y a correr como antes de enfermar. Nadie podía creer lo ocurrido y menos aún los doctores que tras examinar a la niña comprobaron que estaba libre de la enfermedad que padecía. El hecho corrió de boca en boca, y alcanzó tal magnitud que incluso una imprenta de Jaén, con el fin de que este suceso perdurara para siempre en la memoria de los vecinos, editó un grabado 2 que en forma de estampa, se repartió entre la población . Presentaba en el anverso la imagen de la Virgen y en el reverso narraba las circunstancias del milagro. Este hecho incluso fue publicado en el periódico El Eco de Jaén.