jueves, 3 de julio de 2014

Espejito, espejito..

Podría encabezar el encabezado de este post, diciendo aquello, "Érase que se era..." porque hoy os cuento la historia de un objeto que compré hace años.
Mercado de Portobello
Un sábado en Portobello
En uno de mis viajes, concretamente a Londres, ciudad que me encanta, por lo diversidad de cosas que se pueden ver y hacer allí, me metí en uno de sus grandiosos mercadillos a pie de calle, el de Portobello, que es uno de los mercados más famosos de Londres.
El Mercado de Portobello toma el nombre de la calle en la que se encuentra, Portobello Road. Esta calle tiene unos tres kilómetros de longitud y conecta Nothing Hill con Ladbroke Grove. Además de los coloridos puestos de la calle principal, también es posible encontrar tiendas y puestos en calles perpendiculares como Westbourne Grove.
Allí, es posible encontrar una gran variedad de artículos, entre los que destacan las antigüedades que me gustan coleccionar. Lo que más os podéis encontrar son  monedas, relojes, muebles, sellos o joyas, aunque, yo encontré un espejo, o mejor dicho, él me encontró a mí.
Entré a una de estas tiendas y lo ví, y quedé enamorada de él, pero cuando le dí la vuelta, no dejé de asombrarme : Era mi inicial (M) (yo soy Mercedes), y aunque probablemente la señora, se llamara Mary o algo por el estilo, era mi inicial!. Le pregunté en inglés al dueño por el espejo de mano, y me dijo que sólo sabía que era de una gran dama del Londres de 1904, escribiéndolo en un papel como puede verse.
Muchas veces, cuando me miro en él, pienso en si alguna vez veré la cara de aquella señora, en el cristal del espejo....

























Cómo llegar:
Para llegar a Portobello Road la mejor opción es en metro. Podéis llegar andando desde las estaciones de Notting Hill Gate (al sur) y Ladbroke Grove (al norte).
Se comienza el recorrido en Nothing Hill y se  termina en Ladbroke Grove, junto a los  puestos de comida que se sitúan al norte de la calle.
Los sábados por la mañana es cuando más bullicio hay, día en el que los puestos callejeros invaden las calles y el mercado alcanza su máximo apogeo. El resto de días tan sólo se encuentran abiertas las tiendas que sacan algunos productos a la calle.

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